2023-12-18

Ni olvido, ni perdón

Despertar en domingo y enterarme que le otorgaron el beneficio de la “libertad” a un genocida, me dejó pasmada. No podía creerlo, no quería creerlo. Tanto ruido provocó en mi cabeza esa afirmación, esa realidad que cada latido de mi corazón solo gritaba: Ni olvido, ni perdón!
 
Por si no te enteraste y lo están haciendo al leer estas líneas, estoy haciendo referencia al genocida Horacio Losito. Si sos joven y la historia nacional no te atrae, importa o interesa, te cuento que fue uno de los responsables de la “Masacre de Margarita Belén” donde fusilaron a 22 personas que estaban detenidas y que la dictadura quiso disfrazar de un “enfrentamiento”.
 
Justo al cumplirse una semana de la asunción de esta nueva gestión de gobierno nacional, trascendió a través de los medios que el Tribunal Oral Federal de Corrientes le otorgó la libertad condicional al represor Horacio Losito, con tres condenas perpetuas por crímenes de lesa humanidad. Él fue uno de los responsables de la “Masacre de Margarita Belén”, en la vecina provincia de Chaco donde, en la noche del 12 de diciembre de 1976, un grupo de detenidos fue subido en la alcaidía policial de Resistencia a dos vehículos del Ejército para, supuestamente, trasladarlos a Formosa.
 
La versión oficial relató que un comando subversivo emboscó a los vehículos para rescatar a sus compañeros. Ya en democracia, la justicia demostró que se trató de una escena planificada bajo el nombre clave de “Encubrimiento rojo” para ocultar una ejecución a sangre fría; la ejecución de 22 personas.
 
Las víctimas fueron trabajadores, estudiantes, docentes y periodistas, la mayoría de ellos muy jóvenes: Fernando Piérola, Carlos Zamudio, Luis Arturo Franzen, Manuel Parodi Ocampo, Patricio Blas Tierno, Luis Alberto Díaz, Néstor Sala, Luis Barco, Mario Cuevas, Carlos Alberto Duarte, Roberto Yedro, Reinaldo Amalio Zapata Soñé, Julio Andrés Pereyra, Emma Beatriz Cabral, Alcides Bosch, Dora Noriega, Delicia González, Carlos Enrique Tereszecuk, Eduardo Fernández, Ramón Luciano Díaz, Ramón Vargas y Raúl María Caire.
 
Más atónita me dejó aún saber que apenas se le otorgó el beneficio de la “libertad” circuló un audio en el que el genocida festejó al grito de “Viva la libertad, carajo”. Me niego a creerlo pero pareciera que comenzamos a andar el camino de la impunidad de los genocidas. Pero si esto ocurre, sé que quienes lucharon y luchas por los DDHH no bajarán sus banderas y tendrán en los argentinos con memoria, un respaldo y apoyo.
 
Ah, casi lo olvidaba, Losito fue liberado con el argumento de haber cumplido dos tercios de la pena. Aunque es harto sabido por todos que la Justicia, cuando considera que una persona continúa siendo un peligro para la sociedad no le permite la excarcelación, en este caso pareciera que, por obra y gracia de quien sabe quién, Losito se “rehabilitó” y ya no importa que haya sido torturador, abusador, que haya ejercido persecución política ni que haya sido parte de fusilamiento y de la desaparición forzada de personas a lo largo de su vida porque, como cumplió 19 años y dos meses de prisión y tiene 10 meses de rebaja por “estímulo educativo” porque se recibió de abogado y son dos meses por año universitario, alcanza y ya no es un genocida.
 
Una publicación reciente, trajo a mi memoria que hace un tiempo atrás, Cecilia Pando levantaba un cartel pidiendo la libertad de Losito, y “su amiga y ladera, hoy vicepresidenta, ¿será que habrá movido las fichas desde las sombras para que La Libertad Avanza ya celebre el primer genocida suelto de su gobierno?”, marcaba el artículo.
 
En paralelo a esto, está el Protocolo Antipiquete, este intento de acallar la manifestación social en las calles que está avalada por la Constitución Nacional.
Está la amenaza con violencia política y amedrentamiento pero, cuando el pueblo se expresa en las calles, el gobierno, las autoridades deben oír porque el que hayan obtenido el 55% de los votos no les da carta blanca para que hundan a todos en el abismo más profundo. Y…. volviendo con el genocida “liberado”, insisto: el único lugar para los represores es la cárcel.
 
 
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