jueves 19 de septiembre de 2024

La UCR: La eterna entrega de ideales y banderas

miércoles 11 de septiembre de 2024

Por: Elio Albarenga

En la historia reciente de la Unión Cívica Radical (UCR), la falta de identidad y coherencia política ha sido una constante. Este partido, que en algún momento supo ser el emblema de los derechos civiles y la defensa de los intereses populares, ha ido dilapidando su esencia, siendo servil a los poderes de turno y entregando su bandera en cada ocasión en que las conveniencias de coyuntura política se lo exigieron.

Ya en 1999, la UCR cometió uno de sus actos más lamentables al aliarse con el progresismo de cartón de la Alianza, llevándonos a una de las peores crisis políticas y económicas del país. El resultado: la desilusión del pueblo argentino, el estallido social y la renuncia de un presidente radical, Fernando de la Rúa, en medio del caos y la represión. Un partido que alguna vez se enorgulleció de su lucha por los derechos populares, terminó siendo cómplice del ajuste y la miseria de millones de argentinos.

En 2014, lejos de haber aprendido la lección, el radicalismo protagonizó otra entrega de principios en la Convención de Gualeguaychú, donde decidió ceder su estructura partidaria a Mauricio Macri y el PRO. Lo que quedó de ese acuerdo fue la subordinación absoluta de la UCR a las decisiones de un espacio político neoliberal que, en su esencia, representaba lo opuesto a lo que el partido radical alguna vez defendió. La UCR dejó de ser protagonista para convertirse en una rueda de auxilio, un partido sin voz, ni voto, que se conformó con ser un espectador en las decisiones que afectaron a millones de argentinos.

Y ahora, en el 2024, asistimos a otro capítulo de esta triste historia. El partido que supo ser baluarte de los jubilados y los sectores más vulnerables, hoy se encuentra apoyando a Javier Milei, quien busca vetar el aumento a los jubilados. ¿Dónde quedaron los ideales? ¿En qué momento la UCR perdió de vista a aquellos a quienes prometió defender? El partido que alguna vez se enorgullecía de su lucha por la justicia social, hoy se alinea con sectores que promueven el ajuste y la destrucción del Estado de bienestar.

La falta de identidad de la UCR no es un accidente, es una constante en su historia reciente. Su servilismo al poder de turno, ya sea para encumbrar a De la Rúa, facilitar el ascenso de Macri, o ahora para avalar las políticas destructivas de Milei, refleja una crisis profunda de ideales y de compromiso con la gente. El radicalismo se ha convertido en una maquinaria electoral vacía, dispuesta a entregar su bandera al mejor postor, a costa del bienestar de millones de argentinos.

Los correli deben reflexionar sobre su rol en la historia de nuestro país y recupere, si es que aún puede, algo de su dignidad perdida. Porque seguir por este camino de entreguismo y conveniencia no solo la condena a la irrelevancia política, sino que también traiciona el legado de aquellos que alguna vez vieron en ella una herramienta para la justicia social.

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